Eduardo Chillida Juantegui nació el 10 de enero en San Sebastián. Tras abandonar los estudios de arquitectura para dedicarse profesionalmente al fútbol —fue guardameta de la Real Sociedad— se vio obligado a abandonar esta actividad a causa de una lesión de rodilla. Comenzó a dibujar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y realizó sus primeras esculturas en el taller de José Martínez Repullés, amigo de la familia. En 1948 se trasladó a París donde coincidió con Palazuelo, persona fundamental en su etapa de formación. En esta época comenzó a tallar torsos en bloque de yeso influido por las esculturas del arte griego arcaico que había descubierto en el Louvre. En 1950 se casó con Pilar Belzunce con la que tendría ocho hijos. En esa misma fecha realiza su primera exposición en París. En estos años comienza a trabajar el hierro, un elemento fundamental de su escultura con el que, en 1954 realizó las puertas de la Basílica de Aránzazu. Una de las características de la obra de Chillida es la importancia que da a las raíces y la tradición vasca, que se filtra de manera especial en los materiales con los que acostumbra trabajar: la madera y el hierro. En este mismo año realizó su primera exposición individual en la Galería Clan de Madrid. En 1955 realizó Hierros de Temblor I donde corta por primera vez la lámina de hierro que será un elemento clave de la obra de los años sesenta. Sus primeras esculturas en madera surgen en 1959 entre las que destaca Abesti Gogora. En estos años comienza a trabajar el acero, Rumor de Límites IV, y crea sus primeros aguafuertes. Consolidado ya como un escultor de renombre y comienza a trabajar el alabastro y crea las series Elogio de la Luz en 1965.
En 1969 se instaló delante del edificio de las Naciones Unidas en París el Peine del viento IV. Dos años más tarde, junto al ingeniero José A. Fernández Ordóñez, comenzó a investigar las posibilidades del hormigón para aplicarlo a su obra. La intervención en espacios públicos le permitió añadir un nuevo concepto a su obra: el site, la importancia del lugar en el que se colocan sus piezas, que interactúan con el espacio modificándolo y cargándolo de significado. Tanto en sus obras de menores dimensiones como en las enormes esculturas públicas, el vacío es un elemento indispensable sin el cual Chillida no concebía su trabajo. El hueco le permite, además, jugar con otro componente fundamental en su producción: el límite. O, mejor dicho, la falta de límite, que sugiere una espacialidad infinita y da cabida a la imaginación. En 1987 le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. En 1991 el Premio Imperial de la Asociación de Críticos de Japón y entre 1993-94 es nombrado Miembro de la American Academy of Arts and Science en Cambridge, Massachussets y de la Academy of Arts and Letters de Nueva York. Entre el 2000-2002, últimos años de su vida, recibió un emotivo homenaje de la ciudad de Bilbao, y se inauguró en Hernani su museo al aire libre, el Chillida-Leku.
Fue nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de París y Medalla de las Artes por el conjunto de su obra, mención otorgada por la Academia de Arquitectura de París. Falleció el 19 de agosto de 2002 y desde entonces hasta la actualidad, se ha seguido realizando exposiciones en las que se puede apreciar su enorme producción y disfrutar con ella de la genialidad de este artista. Su obra se encuentra en espacios artísticos de gran prestigio: MNCARS (Madrid), Fundación Maeght (Sain-Paul-de-Vence), National Galerie (Berlín), Tate Gallery (Londres), Galería Nazionale d´arte Moderno (Roma), Hirshhorn Museum (Washington), Kunstmuseum (Basilea), Art Institut (Chicago), Guggenheim Museum (Nueva York), el Museo Chillida-Leky (Hernani), etcétera.